Plaza México, los toros por encima

Desde mi perspectiva concluyo que la corrida de ayer, por cierto bien presentada, era para toreros de otro corte, o más bien figuras consagradas que puedan con la papeleta, y ayer no había ningún ingrediente de esos. Acostumbrados muchos toreros al toro fácil y dócil, de las ganaderías descafeinadas que han atemperado el carácter, y que ha hecho que los encastes se dulcifiquen mas en función del toreo que los pide que en función del espectáculo y el toro mismo, llámese el toro de Domecq, de aquel lado del Atlántico, o las comerciales del Saltillo vía Garfias, de este lado hemos llegado a una especie de toro diluido en bravura y raza. Gracias a Dios aún existen ganaderías que sin perder vitola, siguen encastadas y fieles a sus principios, siguen criando el toro con casta fiereza, ese toro listo que se come la muleta, que va de largo y además pelea en el caballo metiendo la cara abajo, es mas se han visto dos ejemplares con mucha clase que fueron desperdiciados por Fernando Ochoa, Pizarro y Manzanares, porque simple y sencillamente no les pudieron. Si acaso Ochoa fue el que estuvo mejor y pudo lograr las mejores series dejándole la muleta en la cara a sus ejemplares aunque siempre reponiendo, así corto una oreja en cada uno, casi todos pasaron con una vara a los ejemplares, lo que fue engañoso porque los toros llegaron al último tercio con fuerza y poder salvo alguno que constantemente perdía las manos. Para el aficionado fue un agasajo ver a esos animales arrancándose de tercio a tercio, humillados y reponiendo y exigiendo que no protestando cuando el torero no les hacía bien las cosas, finalmente destacar dos puyazos y un par de banderillas de Armando Ramírez de la cuadrilla de Ochoa, el chico anda bien y fue aplaudido al llevar al toro a una mano hasta el burladero, la entrada fue de unos diez mil espectadores y vivimos algunos problemas con los tres antitaurinos en las afueras, gente violenta y mal intencionada, o viles porros pandilleriles.

Por Tato